giovedì 23 luglio 2015

Alcaudete. Un lugar único de la España Medieval

Puesto que recientemente se ha celebrado la décima edición de las Fiestas Calatravas de Alcaudete (Jaén), qué mejor ocasión para acercarnos un poco más a su ciudad y a su historia. Antes de nada, no debemos obviar el hecho de que Alcaudete ha sido una zona asentada desde tiempos prehistóricos, debido a su situación estratégica en la península. Destacar el período de los asentamientos romanos en el que, entre otros vestigios, encontramos núcleos de villas agrícolas en las inmediaciones de la zona.
En los últimos días del imperio romano en la península y durante el predominio de los visigodos en la península, Alcaudete estará tanto en manos de vándalos como de suevos, respectivamente. Va a adquirir, pese a no tener contacto directo, una fuerte influencia de la cultura bizantina, debido a la cercanía geográfica.
No obstante, con la llegada de Tarik y el inicio de la conquista musulmana en el 715, se instalará una reducida población en las cercanías de una torre —lo que conocemos hoy en día como el Castillo. Sin embargo, la provincia de Jaén se verá afectada durante más de un siglo por innumerables saqueos. No será hasta principios del siglo X, cuando Abderramán III toma la ciudad definitivamente, después de varios años de sublevación de mozárabes y muladíes. Durante el Califato, por fin la villa goza de un período de serenidad, muy provechoso para la proliferación de la agricultura, y de una considerable realidad comercial. Sin embargo, esta tranquilidad termina en los próximos siglos, siendo frontera natural y política entre Castilla y Granada.
A mediados del siglo XIV, Alcaudete queda definitivamente en manos de la Corona. Prestando atención a la importancia que merece su localización, se pretende reforzar la villa. Pese a las intenciones, la villa es enajenada de la Corona, poco después de la entrada de la dinastía Trastámara en el trono, y donada como señorío.
Así pues, el siglo XV y lo que será el desenlace medieval presentan para Alcaudete, por una parte, el desarrollo y la consolidación del régimen señorial y, por otra, la última gran algarada granadina por tierras castellanas.
Como podemos observar, un territorio más que solicitado que ha vivido en primera persona los momentos más representativos de un período tan versátil como es el medieval. Asimismo, uno de los lugares socialmente más transitados del comercio granadino-castellano de la península, donde podemos vislumbrar la fachada de una armoniosa vida cotidiana y de una cultura que tanto nos ha dejado.

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