giovedì 13 agosto 2015

Castillo de Loarre. Una entrada a los Pirineos.

Hoy nos disponemos a conocer la historia de Loarre y su castillo, posiblemente la fortaleza románica mejor conservada de Europa. Se sitúa en la entrada de los Pirineos, en lo alto de la sierra de Loarre, desde donde se domina la gran llanura de la Hoya de Huesca. A pesar de su tamaño, su construcción data del siglo XI y se asienta sobre un promontorio de roca caliza donde pasa desapercibida desde la lejanía.
Cabe decir que algunos historiadores otorgan un origen romano a la ciudad, por un hallazgo de monedas en la zona. Sin embargo, sobre la dominación musulmana existen pocos datos. Así pues, Loarre comenzará a crecer en manos del rey Sancho III el Mayor, entre los años 1016 y 1020. La fundación de tal castillo corresponde a este reinado, siendo construida con la finalidad de ejercer como avanzadilla fronteriza para atacar a la localidad de Bolea
A la muerte de Sancho III, sus dominios se repartirán entre sus hijos, en consecuencia, la actividad de Loarre disminuirá. No será hasta el 1071, durante el reinado de Sancho Ramírez, que la fortaleza militar   volverá a reactivarse con la fundación de un monasterio de agustinianos. Después de perder la fortaleza de Bolea, Sancho Ramírez confiará Loarre a una serie de tenientes, del año 1084 al 1195.
Del año 1263 hasta 1285 pasará a estar bajo la custodia de la Orden de San Juan. Este año Pedro III
entregará la alcaldía al abad de Montearagón, siendo la ciudad saqueada por las tropas unionistas dos años más tarde  —el mismo año que se construye el recinto amurallado que podemos observar en la
actualidad.
Así pues, viendo el poco interés de la nobleza por el castillo, los propios habitantes de la villa se lo acaban apropiando. Aún así, Pedro IV venderá el castillo en el año 1357 a Pedro Jordán de Urríes, con paco de retorno, volviendo a la Corona en 1381. Volverá a ser vendido a Ramón de Mur, pasando por la fuerza de las armas a Antón de Luna poco después. Siendo confiado a Violante, la hermana de Luna,  que durante varios meses resistirá al ejército real.
Después de pasar a manos de Alfonso V, su hermano y Antonio de Luna, será, al fin, incorporada a la corona el 1468. Siendo conscientes del desalojo de los musulmanes de la comarca tiempo atrás, que hace que el castillo pierda su carácter militar y pese a los aparentes intentos de supervivencia, en el 1505 se traslada la parroquia a la villa nueva —a los pies de la sierra— y con ella toda la población, abandonando así el castillo por completo. De la posterioridad, destacar que sirvió de refugio.
Para terminar, podemos observamos que careció de relevancia en su contexto pero, por este motivo, hoy en día hablamos de lo que podría ser la fortaleza románica mejor conservada de Occidente —y, en definitiva, del mundo. Si se plantean visitarla y son apasionados de los frutos secos, no olviden que la ciudad también se la conoce por el tostadero de "las mejores almendras del mundo".


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